Vidas
Historias de vida marcadas por el conflicto, tejidas con dignidad, dolor y esperanza.

Dolores Mosquera
Periodista de 53 años, originaria del Urabá antioqueño. Hija de campesinos, creció entre historias orales que despertaron su vocación por el periodismo. Estudió en Medellín superando muchas dificultades y se dedicó a contar las historias de los olvidados en medio del conflicto. Perdió a su esposo Ramiro, asesinado por paramilitares, mientras estaba embarazada. Tras ser desplazada, crió sola a su hijo Salvador. Su vida está marcada por la resistencia, la escritura y la memoria.

Ramiro Sotomayor
Trabajador social nacido en Chigorodó. Defensor de derechos humanos, comprometido con las comunidades desplazadas. Estudió en Medellín y volvió a Urabá para organizar a los campesinos. Se enamoró de Dolores, con quien construyó un hogar. Fue asesinado por paramilitares por negarse a entregar su tierra. Aunque murió joven, su legado vive en la lucha social, en Dolores y en su hijo.

Salvador Sotomayor Mosquera
Hijo de Dolores y Ramiro. Diseñador gráfico que utiliza el arte como herramienta de memoria y justicia. Criado por su madre, heredó de ella la sensibilidad social y el compromiso con la verdad. Nunca conoció a su padre, pero siente su presencia en su sangre y su historia. Encuentra refugio en los dibujos y en el proyecto de su madre. Vive con una profunda conciencia política y social.

Flor Ángela Muñoz
Nacida en Apartadó, creció en el campo en un hogar conservador. Educada con rigor, se destacaba por su inteligencia. Se enamoró de Nelson, quien desapareció tras irse a trabajar a una mina. Después, la guerrilla reclamó su casa. Desplazada, migró a Medellín con sus animales y lo poco que tenía. En un barrio de desplazados, logró rehacer su vida y fundó "Sabor Urabeño", un pequeño negocio de comida típica. Allí conoció a Dolores. Su historia es de duelo, migración y supervivencia.

Emiliano Aguirre Alarcón
Excombatiente de las Autodefensas. Nacido en Mutatá, se unió a los paramilitares a los 11 años por falta de opciones. Al inicio encontró pertenencia, pero con el tiempo se dio cuenta de la crueldad del grupo y decidió desertar. Rechazado por la sociedad, intentó rehacer su vida trabajando y participando en programas de reintegración. Hoy es defensor de derechos humanos y busca transformar su experiencia en un mensaje de paz y redención. No busca perdón, sino comprensión.